Hola compañeros:
Adjunto os hago llegar esta propuesta de lectura de nuestra nueva incorporada Celia Ruiz que con este texto del cual desconocemos el autor, nos hace llegar su sentir:
Hola,
Soy celia, recién incorporación al Club así que apenas conozco a nadie aun. Solo quería compartir con todos un texto que me han enviado, el cual describe muy bien emociones y actos "propios de esos locos de la carrera":
Yo los conozco.
Los he visto muchas veces. Son raros.
Algunos salen temprano a la mañana y se empeñan en ganarle al sol.Otros se insolan al mediodía, se cansan a la tarde o intentan que no los atropelle un camión por la noche. Están locos.
En verano corren, trotan, transpiran, se deshidratan y finalmente secansan... sólo para disfrutar del descanso. En invierno se tapan, seabrigan, se quejan, se enfrían, se resfrían y dejan que la lluvia lesmoje la cara. Yo los he visto.
Pasan rápido por la rambla, despacio entre los árboles, serpenteancaminos de tierra, trepan cuestas empedradas, trotan en la banquina deuna carretera perdida, esquivan olas en la playa, cruzan puentes demadera, pisan hojas secas, suben cerros, saltan charcos, atraviesanparques, se molestan con los autos que no frenan, disparan de un perroy corren, corren y corren. Escuchan música que acompaña el ritmo desus piernas, escuchan a los horneros y a las gaviotas, escuchan suslatidos y su propia respiración, miran hacia delante, miran sus pies,huelen el viento que pasó por los eucaliptos, la brisa que salió delos naranjos, respiran el aire que llega de los pinos y aspirarán cuando pasan frente a los jazmines. Yo los he visto.
No están bien de la cabeza. Usan “championes” con aire y zapatillas demarca, corren descalzos o gastan calzados. Transpiran camisetas,calzan gorras y miden una y otra vez su propio tiempo. Están tratandode ganarle a alguien. Trotan con el cuerpo flojo, pasan a la del perroblanco, pican después de la columna, buscan una canilla pararefrescarse... y siguen.
Se inscriben en todas las carreras... pero no ganan ninguna.Empiezan a correrla en la noche anterior, sueñan que trotan y a lamañana se levantan como niños en Día de Reyes. Han preparado la ropaque descansa sobre una silla, como lo hacían en su infancia en vísperade vacaciones. El día antes de la carrera comen pasta y no tomanalcohol, pero se premian con descaro y con asado apenas termina lacompetencia. Nunca pude calcularles la edad pero seguramente tienen entre 15 y 85 años. Son hombres y mujeres. No están bien.
Se anotan en carreras de ocho o diez kilómetros y antes de empezarsaben que no podrán ganar aunque falten todos los demás. Estrenanansiedad en cada salida y unos minutos antes de la largada necesitanir al baño. Ajustan su cronómetro y tratan de ubicar a los cuatro ocinco a los que hay que ganarles. Son sus referencias de carrera: "Cinco que corren parecido a mí". Ganarle a uno solo de ellos serásuficiente para dormir a la noche con una sonrisa. Disfrutan cuandopasan a otro corredor... pero lo alientan, le dicen que falta poco yle piden que no afloje. Preguntan por el puesto de hidratación y seenojan porque no aparece. Están locos, ellos saben que en sus casas tienen el agua que quieran, sin esperar que se la entregue un niño que levanta un vaso cuandopasan.
Disfrutan al largar, disfrutan al correr y cuando llegan disfrutan delevantar los brazos porque dicen que lo han conseguido. ¡Qué ganaronuna vez más! No se dieron cuenta de que apenas si perdieron con uncentenar o un millar de personas... pero insisten con que volvieron aganar. Son raros.
Se inventan una meta en cada carrera. Se ganan a sí mismos, a los queinsisten en mirarlos desde la vereda, a los que los miran portelevisión y a los que ni siquiera saben que hay locos que corren. Lestiemblan las manos cuando se pinchan la ropa al colocarse el número, Los he visto pasar. Les duelen las piernas, se acalambran, les cuesta respirar, tienenpuntadas en el costado... pero siguen. A medida que avanzan en lacarrera los músculos sufren más y más, la cara se les desfigura, latranspiración corre por sus caras, las puntadas empiezan a repetirse ydos kilómetros antes de la llegada comienzan a preguntarse que estánhaciendo allí. ¿Por qué no ser uno de los cuerdos que aplauden desdela vereda? Están locos.
Yo los conozco bien. Apenas llegan toman agua y se mojan la cabeza, se tiran en el pasto a reponerse pero se paran enseguida porque lo saludan los que llegaron antes. Se vuelven a tirar y otra vez se paran porque van a saludar a los quellegan después que ellos. Intentan tirar una pared con las dos manos,suben su pierna desde el tobillo, abrazan a otro loco que llega mástranspirado que ellos. Los he visto muchas veces. Están mal de la cabeza.
Miran con cariño y sin lástima al que llega diez minutos después,respetan al último y al penúltimo porque dicen que son respetados porel primero y por el segundo.
Disfrutan de los aplausos aunque vengan cerrando la marcha ganándolesolamente a la ambulancia o al tipo de la moto. Se agrupan por equiposy viajan 200 kilómetros para correr 10.
Dos días después de la carrera ya están tempranito saltando charcos, subiendo cordones, braceando rítmicamente, saludando ciclistas, golpeando las palmas de las manos de los colegas que se cruzan.
Dicen que pocas personas por estos tiempos son capaces de estar solos consigo mismo una hora por día.
Dicen que los pescadores, los nadadores y algunos más.
Dicen que la gente no se banca tanto silencio.
Dicen que ellos lo disfrutan.
Dicen que proyectan y hacen balances, que se arrepienten y se congratulan, se cuestionan, preparan sus días mientras corren y conversan sin miedos con ellos mismos.Dicen que el resto busca excusas para estar siempre acompañado. Están mal de la cabeza. Yo los he visto.
Algunos solo caminan... pero un día... cuando nadie los mira, se animan y trotan un poquito. En unos meses empezarán a transformarse y quedarán tan locos como ellos. Estiran, se miran, giran, respiran, suspiran y se tiran. Pican, frenan y vuelven a picar. Me parece que quieren ganarle a la muerte.
Ellos dicen que quieren ganarle a la vida.
Están completamente locos.
ANÓNIMO
Sólo un apunte: el texto no es anónimo, es del autor uruguayo Marciano Durán.
ResponderEliminarUn saludo
A estupendo... Gracias por la información aportada.
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